La lujuria tiene la peor calificación crediticia

La lujuria tiene la peor calificación crediticia

                            
                             

El placer sexual ilícito está en todas partes. La pornografía en Internet está a dos clics de distancia. Una aventura puede nacer de un simple chat de Facebook. Las imágenes inapropiadas se pueden intercambiar mediante mensajes de texto. La lujuria es tan fácil, tan accesible, tan barata. ¡Y se ve tan bien! Tan deseable. Muy satisfactorio El deseo ardiente dentro de nosotros se siente tan natural, tan normal y tan apropiado. En palabras de Salomón, la lujuria se ve dulce como la miel y suave como el aceite:

 

Para los labios de una mujer prohibida gotear miel, y su discurso es más suave que el aceite … ( Proverbios 5: 3 )

 

 

La lujuria se ve tan dulce, tan suave, tan buena, tan seductora, tan atractiva, tan satisfactoria. Promete satisfacción, liberación y placer sin fin. Promete placer sin consecuencias. Se enmascara como necesidad. Necesito mirar porno. No tengo novia y necesito encontrar la liberación en alguna parte. Necesito tener una aventura. Mi cónyuge no satisface mis necesidades, así que necesito buscar en otro lado.

 

Pero la lujuria tiene la peor calificación crediticia del universo. Siempre incumple sus promesas. Nunca se entrega como se anuncia. Siempre se necesita más de lo que da. La miel es en realidad veneno y el aceite cubre una espada.

 

… pero al final ella es amarga como el ajenjo, afilada como una espada de dos filos. ( Proverbios 5: 4 )

 

 

Ceder al pecado sexual siempre, siempre, siempre tiene consecuencias. Cada vez que abrimos la puerta a la lujuria, traemos otro camión cargado de veneno amargo a nuestras vidas. Cada vez que nos entregamos al pecado sexual, esencialmente estamos clavando una espada en nuestro pecho. Estamos cometiendo suicidio espiritual. Estamos envenenando nuestra relación con Dios y nuestras relaciones con los demás.

 

La lujuria es una espada recubierta de miel. Es un prestatario en quiebra. Siempre toma y nunca da, siempre promete y nunca entrega, siempre mata y nunca da vida.

 

Compare esto con Jesús, quien dijo:

 

El ladrón solo viene a robar, matar y destruir. Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia. ( Juan 10:10 )

 

 

Jesús siempre cumple sus promesas.

                         


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