Historia De La Salvacion


Además de esLa dificulLad intrínseca para la comunicación divina con motivo de la naturaleza formal de la historia en relación no solo con el misterio absoluto, sino más bien con la que misma es, están las limiLaciones de la autocomprensión histórica. La historia es estricLamente material y eslá doblegada a fuerzas y también intereses sectoriales que no sólo la pueden empecaLar sino más bien llevarla aun a pecar contra la luz.

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Ni siquiera hay por qué razón estimar que, al menos en la crónica de la salvación, sean lo político o lo económico lo que domina y/o determina en última inslancia todo lo demás. De ahí que, al hablar de fuenas o agentes sociales hay que peosar Iambién en los que hacen cultura en toda la amplitud del término. Sobre todos estos agentes y fuerzas sociales debe de operar además la salvación. Y para ello, en un primer paso, deben formarse en sujetos históricos, en determinadores del curso de la historia, no olvidando en ningún momento horoscoposdiarios.club los condicionamientos de toda liberlad personal o colectiva. El estar absolula o casi absolulamente sujeto-a la historia es una exhibe de cuán lejos está la historia de ser un reino de la libertad y de la donación amorosa. Pero aun cuando se pretende haber llegado a ser sujeto activo de la historia, 110 por eso puede hablarse de que la salvación ahora está presente.

La Historia De La Salvación Edición 2 Usado

Las fuerzas y los dinamismos de la historia y los agentes que en forman parte pueden oculLar y desfigurar la comunicación de Dios. La historia llamada a ser reino de Dios puede convenirse en ciertos tiempos y lugares en reino del mal y del pecado; la historia llamada a ser campo de liberación y de libertad puede convenirse en campo de dominación y de servidumbre. Las tinieblas sin ahogar completamente la luz pueden oscurecerla hasLa el punto de que se realice bien difícil localizar el camino; las fuerzas de la desaparición tienen la posibilidad de por un momento —en un momemo histórico que puede alargarse por siglos— imponerse sobre las fuerzas de la vida hasta el punto de que la tierra casi toda se transforme en lugar de desolación.

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No obslante, no es una cuestión absolulamente abierta para la que quepa dar cualquier respuesla. El mensaje de Jesús, antecedido por la revelación del Viejo Teslamento y por otras maneras de revelación, seguido por el envío de su Espíritu y contrastado con los hechos históricos, exhibe precisamente muchas de las cosas que no son aceptables as! como los trazos en general de una utopía que debe ser historizada; muestra Iambién un lugar y un método, el de la opción preferencial por los pobres, cuyo manejo acertado puede orientar y fortalecer la presencia de la salvacióo en la historia. Digitalizado por Biblioteca «P. Florentino Idoate, S.J.» Universidad Centroamericana José Simeón Cañitas. La palabra de Dios permite una relación viva, un diálogo inefable y fecundo entre el Espíritu de Dios y el espíritu humano que transporta a opinar, y por consiguiente, dar una contestación como hombres transformados; la relación sobrenatural que Dios por iniciativa propia ha querido instaurar con la humanidad, puede ser considerada como un diálogo. Con relación a la crónica de la salvación es exactamente el relato de un diálogo largo y variado, que una parte de Dios y entabla con el hombre una charla múltiple y admirable que se puede dar de diversas maneras. Este diálogo, por otra parte, tiende siempre a algo más; tiende a ser un encuentro interpersonal de Dios con la persona humana.

El Misterio De Cristo En La Historia De La Salvacion

Y lo mismo debe decirse de los sistemas políticos. Sobre todo ello el mensaje de salvación y las acciones salvíficas tienen mucho que aponar, si de veras son eficaces. En tercer sitio, ha de tenerse en cuenla a las fuerzas sociales, muéstrense en la forma que sea, según los tiempos y lugares, que operen más visiblemente en la historia Cienarnente, la historia no puede reducirse a la política ni a la economía.

Por el hecho de que sin la 1IlIJIsfonmación de ese sujeto, lo que puede seguir reinando es el mal y no la felicidad. Como, además de esto, lo habitual es que el sujeto de la historia sea una colectividad. la pregunla queda abierta, de qué colectividad y en qué condiciones puede conuibuir mejor a la salvación de la historia, en relación esa salvación, sin reducirse a lo histórico, debe hacerse presente en . Pero el hecho inconcluso es que se necesila quién historice la salvación. Saber qué cultura, qué sistema económico y político y qué colectividad son en este momento histórico los que aparecen como mejores intermediarios de la salvación, como ésla está delineada en el mensaje de Jesús, es una cuestión abierta, que sobrepasa el propósito de este anículo.

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La promesa más o menos explícita de la raza humana anterior o diferente del pueblo escogido halla también en este Jesús su realización. Jesús de Nazaret, según la fe de la Iglesia de todos los tiempos, no ha pasado; sigue vivo, presente, actual, y es asimismo hoy la fuente de la salvación. es principio y fin, alfa y omega en el orden de la salvación. Si todo en Israel miraba hacia el Mesías, todo en la Iglesia, nuevo Israel, mira a Cristo como Mesías que vino ahora y que un día va a venir al final de los tiempos. sistemas económicos y políticos, transformados en Idolos absolutos a los que se sacrifica la dignidad de la vida de los humanos, unas veces por la vía de la explocación y otras por la vla del consumismo. Los dos graníles sistemas econ6micos el día de hoy dominantes, el capiLalismo y el marxismo, no son exactamente vehlculos de salvación de la historia; a lo más tienen la posibilidad de considerarse como etapas de un proceso, que deben ser superadas, a través del paso por la muerte, hacia formas superiores de humanidad.

  • El sujeto activo de la salvación es por antonomasia Dios mismo y su intermediario Jesucristo.

En estas condiciones, la autocomprensión histórica propende a gigantescas ideologizaciones que son todo lo contrario a la revelación y el desoculLamiento de la verdad, precisamente pues con anterioridad se ha caído en idolatrizaciones que absolutizan lo relativo y relativizan lo absoluto. Los progenitores de la patraña, quizá ellos mismos culpablemente autoengaftados y autojustificados, se aduenan de la conciencia colectiva y la impulsan a nuevas idolatrías, generadoras por su parte de novedosas ideologlzaciones engaftosas. Lo que el discurso escatológico de Jesús comunica para los dlas del mal no es algo que solo va a ocurrir al final de los tiempos. Al final sólo sucede en la historia lo que se ha venido fecundando en ella. Los últimos días ahora han comenzado, pues no hay roturas inlIansitables en los procesos históricos; la amicipación de la prueba es persistente para cada hombre y para cada generación, si bien puede darse en distinto grado y de Digitalizado por Biblioteca «P. Florentino Idoate, S.J.» Facultad Centroamericana José Simeón Cañitas. En este diálogo los hombres captaron la forma de accionar de Dios. Por medio del fenómeno de la palabra, el pueblo de Israel expresó la realidad y actualidad de la experiencia de Dios como su Dios.

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En este caso, el que charla espera una reacción, una invitación a una contestación cierta (Schillebeeckx, 1969, p. 46). La coalición fue entendida como un convenio indisoluble y obligatorio para las dos partes. Por ende, a la promesa de Dios corresponde una obligación del pueblo. El desarrollo que se prosiguió hasta llegar a la formulación de la ley en el Sinaí, expresa de manera clara de qué forma Israel entendió el concepto de esta coalición en su vida ordinaria.

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Y de esta forma, entendida esta relación como un diálogo, ella exige una respuesta del hombre al mismo tiempo que deja comprender quién es el Señor y quién es el pueblo, con un conocimiento no conceptual sino más bien dinámico y existencial. Puesto que ese diálogo se establece en la vida, Dios y el hombre son los personajes principales de la historia. Jesús de Nazaret constituye el centro de la narración de la salvación. En se compendia toda la espera anhelante del pueblo de Israel, en cuyo proceso ininterrumpido va dejando a un lado líneas probables de salvación para concentrarse en Cristo mismo.

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